jueves, junio 09, 2005
tarde de lluvia
Lentamente me consumió la lectura, fui tomando las palabras que en orden casi equivalente al rocio de la mañana, cubrían lentamente mi ser. "la ciudad y los perros" claramente tomo mi mente esa tarde, mientras un grupo de nubes comenzó a cubrir mi cielo y tomar de frente el campanario de la iglesia, dando una sombra familiar a ese aspecto colonial por poco y barroco de la iglesia.
La tarde avanza cada vez más lenta, y Mario Vargas Llosa me cuenta de Chiclayo, de Lima, de los perros y del jaguar. El adoquín aun húmedo de la lluvia de anoche da un aspecto de limpieza a la calle entera. Es cuando la descubro, pequeña gota suicida, kamikaze regalo divino que humedece nuevamente el suelo, lentamente pero en forma constante se unen a esta gota muchas mas, se desprenden del cielo con gracia, con afán de dar su valía a esta tierra. Al caer al suelo la gota se divide en miles de partículas, las cuales rápidamente forman un charco aquí y otro allá, no son homogéneas las manchas de líquido derramado. Recojo mis pies para evitar mojarme, creo que ha sido un poco tarde, me recojo hasta pegarme a la pared, y en el espectáculo de la lluvia leve prosigo con mi lectura.
Todo el pueblo esta solo y únicamente unos perros corren en la calle bajo la lluvia, de pronto un trueno me impide seguir con la lectura, entonces concentro mi atención solo en la tormenta que se escucha lentamente, como un recuerdo aproximándose, siento como la nostalgia se apodera de mi otra vez, y de repente se aviva la tormenta, se despierta el mundo y llora Tlaloc, llora quizá por mi, por lo que no he llorado. Miles de aplausos y una sinfonía natural me acompañan, truenos, arroyos que cubren ahora toda la calle dejando bajo el al adoquín sumergido, y parece que me dice: "no puedo seguir así". De que trata esto si no tenemos problema alguno, pensé, pero sus palabras continuaron, "no quiero seguir así" y eso me dolió.
Me quite el abrigo y protegí el libro que tenia entre manos, lo deje en un lugar seco. "Nunca tuvimos problema alguno, aun te quiero, tu no a mi?" Y la lluvia se intensifico y me redujo a insignificancia con su voz, y ahí miro sus ojos bellos, su hermosa sonrisa opacada por los nervios y el dolor que aun tenia, mas no supe porque y dije: "que diablos, no voy a desperdiciar la lluvia" y Salí a mojarme. Corrí por la avenida en San Luis Rio Colorado, corrí con todas mis fuerzas. El agua hace brincos a la par conmigo, se la ve alegre, y todo yo hecho de papel. Comienzo a dar saltitos y giros bajo la lluvia, que puede considerarse tormenta. Dentro de mi y no me despedí muy bien, no tuve el valor. La lluvia calma, después de media hora, y yo arrodillado en la mitad de la callecita en un pueblo una hora al sur de Tepic. "cuando te vas" preguntaste, Déjame que pida un camión ya y llorare todo el camino. Y no pude contener más.
Lloro la lluvia lo que yo no, se entristeció el cielo y hace una hora y tres cuartos no para de llover, sin abrigo, solo a la mitad de este arrollo improvisado. No creo que ella me recuerde como yo a ella. Y hace más de un año. Hace más de tres horas estoy en la misma posición que bella es la lluvia, así como ella. Y estalla el cielo y derrama luz para decirme que lo olvide, pero no puedo. Siempre pasa igual y no hay testigos, y no hay quien me hable de ella. Ni quien le hable de mí.
Sereno.
La tarde avanza cada vez más lenta, y Mario Vargas Llosa me cuenta de Chiclayo, de Lima, de los perros y del jaguar. El adoquín aun húmedo de la lluvia de anoche da un aspecto de limpieza a la calle entera. Es cuando la descubro, pequeña gota suicida, kamikaze regalo divino que humedece nuevamente el suelo, lentamente pero en forma constante se unen a esta gota muchas mas, se desprenden del cielo con gracia, con afán de dar su valía a esta tierra. Al caer al suelo la gota se divide en miles de partículas, las cuales rápidamente forman un charco aquí y otro allá, no son homogéneas las manchas de líquido derramado. Recojo mis pies para evitar mojarme, creo que ha sido un poco tarde, me recojo hasta pegarme a la pared, y en el espectáculo de la lluvia leve prosigo con mi lectura.
Todo el pueblo esta solo y únicamente unos perros corren en la calle bajo la lluvia, de pronto un trueno me impide seguir con la lectura, entonces concentro mi atención solo en la tormenta que se escucha lentamente, como un recuerdo aproximándose, siento como la nostalgia se apodera de mi otra vez, y de repente se aviva la tormenta, se despierta el mundo y llora Tlaloc, llora quizá por mi, por lo que no he llorado. Miles de aplausos y una sinfonía natural me acompañan, truenos, arroyos que cubren ahora toda la calle dejando bajo el al adoquín sumergido, y parece que me dice: "no puedo seguir así". De que trata esto si no tenemos problema alguno, pensé, pero sus palabras continuaron, "no quiero seguir así" y eso me dolió.
Me quite el abrigo y protegí el libro que tenia entre manos, lo deje en un lugar seco. "Nunca tuvimos problema alguno, aun te quiero, tu no a mi?" Y la lluvia se intensifico y me redujo a insignificancia con su voz, y ahí miro sus ojos bellos, su hermosa sonrisa opacada por los nervios y el dolor que aun tenia, mas no supe porque y dije: "que diablos, no voy a desperdiciar la lluvia" y Salí a mojarme. Corrí por la avenida en San Luis Rio Colorado, corrí con todas mis fuerzas. El agua hace brincos a la par conmigo, se la ve alegre, y todo yo hecho de papel. Comienzo a dar saltitos y giros bajo la lluvia, que puede considerarse tormenta. Dentro de mi y no me despedí muy bien, no tuve el valor. La lluvia calma, después de media hora, y yo arrodillado en la mitad de la callecita en un pueblo una hora al sur de Tepic. "cuando te vas" preguntaste, Déjame que pida un camión ya y llorare todo el camino. Y no pude contener más.
Lloro la lluvia lo que yo no, se entristeció el cielo y hace una hora y tres cuartos no para de llover, sin abrigo, solo a la mitad de este arrollo improvisado. No creo que ella me recuerde como yo a ella. Y hace más de un año. Hace más de tres horas estoy en la misma posición que bella es la lluvia, así como ella. Y estalla el cielo y derrama luz para decirme que lo olvide, pero no puedo. Siempre pasa igual y no hay testigos, y no hay quien me hable de ella. Ni quien le hable de mí.
Sereno.
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