martes, junio 26, 2007

 

UNA MALA PERSONA.

escuchando: niños
estado animico: desesperante
pensando: a que sabe tu boca?


Estábamos acomodadas detrás de la Señora Marie, como hacía que le llamáramos, con nuestro mejor atuendo y sonrisa, todas en hilera, me tocaba ser la última, para que la inspección fuera pareja, pero siempre la Perla nos miraba por debajo de sus hombros, al acomodarse sus rizos de cobre, con aires de victoria; la gran parte de las veces era la elegida y nos llevaba ventaja, bueno, a mi todas me llevaban delantera. Ese día fue más temprano, y la doña me estuvo apurando, que disque porque las demás ya estaban listas, aunque yo acabara de llegar.
Entraron dos sujetos, uno ya mostraba algunas canas, el otro, era muy joven y más alto que el primero, tenían cierto parecido, pero sólo facial, eran cuerpos de edades diferentes y actitudes contrarias; parecía que la señora Marie conocía al primero, bienvenido con saludo afectuoso y especial atención, luego pasó la vista al segundo tipo, cerrando su sonrisa, admirando la estética perfecta del retoño menor del viejo amigo con canas. Lo presentó, orgulloso de su inmaculada creación y desbocando carcajadas se retiró de la sala después de guiñar el ojo a Marie y llevar del brazo a la Perla.
- Te lo encargo chula - Gritó don Canas desde el privado.
- Ya sabes querido… - contestó ésta.
- Discúlpeme señora, yo me retiro. Con permiso. –anunció el joven y dio la vuelta, dejando ver su gran porte y espalda.
La luz roja de la estancia tornaba la escena un tanto violenta, la doña se desconcertó y lo tomó del brazo, llamando a Sergio, antes el señor canas, el cual salió presuroso, abrochándose el cinto y sudoroso para detener a Mario, su hijo, le dijo severamente que tomara una y se fuera, pero él se negaba a hacerlo, después templó el tono de su voz, pidiéndole, eligiera una muchacha y se retirara con ella, que no tenían que quedarse; Mario ni siquiera había querido mirarnos, y eso que la Martina traía muchos brillitos.
- Sólo una, llévatela y ya, para complacer a tu padre.
Y todas empezaron a hacerle movimientos incitantes para ganar la decisión. Se detuvo a mirarnos, efímera, pero minuciosamente pasó la vista por cada una de ellas, como si de la frente pudiera leer su horrible pasado; yo simplemente no pude sostenerle la mirada tan profunda, enjuiciante, en busca de porqués, bajé la cabeza, no quise, no debí hacerlo pero, miré al suelo, sólo temiendo lo que sucedió, me asió de la muñeca, con fuerza, y yo sentí como el rubor extra ya no me hacía falta.
- ¡¿Contento?! - pronunció en voz clara y concisa antes de cerrar la puerta al salir.
Adentro, reiniciada la sonrisa en la facha del señor, se encaminó a trompicones hasta el privado, a continuar labores. La señora Marie, con gesticulación desaprobatoria y confundida, sugirió a las demás proporcionar el mejor servicio para el mejor cliente, Don Sergio Cortázar De Capri.

Afuera, junto a la puerta del lugar, Mario soltó mi mano.
- Eres libre. - me dijo con el tono más sincero que jamás haya escuchado.
- No puedo irme. ¡Mírame! No tenías que hacerlo, ¿Por qué a mí?, yo ni siquiera quería venir contigo, las demás si, pero gracias. ¿así que no quieres nada, en serio? - le dije en el tono menos cortés que pude. Noté clavada su mirada mientras le hablaba.
- Y ahora, ¿Qué hago contigo?, no puedo regresarte, no puedes irte… espera un momento, ¿Por qué no puedes irte?, si eres una…
No iba a permitir que lo dijera, no quería escucharlo, no de él, hasta ese momento no lo era, así que no podría soportar que lo dijera, y le instalé una bofetada.
- ¡no te atrevas!, ¿Qué no ves que esto es difícil?, no quiero estar contigo, y tú no quieres esta conmigo. ¡No voy a caminar con esta ropa por ahí!, tú me elegiste y ¡ahora me sacas de aquí! No quiero estar aquí, ya no quiero…
Al recordar mi situación frente a él, sentí tanta rabia de las condiciones que nos habían llevado a ese momento, y cerré mi semblante; yo era una mujer, eso me dijo mi padre, y mi madre en su momento, Marie lo dijo, pero con un tono mas sarcástico después de tallar al frasco la última gota de maquillaje y ponerlo en mi frente.
- Mira, como sea que te llames, no quiero lastimarte, ni mucho menos de tus servicios, sube al auto que te llevaré a un lugar más seguro.
- Vaya… ahora te vas a dedicar a rescatar pu…
No me dejó terminar y me tomó del brazo bruscamente para introducirme al vehículo, de esos Mercedes que salen en la tele.
- mejor te callas, por favor, ya, te voy a llevar a un hotel y ahí te vas a quedar, en tu habitación, yo en la mía, no podemos regresar, así que cuando lleguemos, no quiero que hables…
- ¡¿Por qué haces esto?! , ve mi cara, mira mi ropa, ¿te das cuenta de lo que haces?
Quería decirle, estaba tan segura que quería contarle, apenas anoche me corrieron de la casa y la señora Marie me llevó con ella; pero el porte y elegancia de mi cliente no me permitieron abrirle los ojos, de cualquier forma, nunca lo entendería.
- ¿Crees que soy un idiota? O ¿Qué no me gustan las mujeres?, ya te dije lo que vamos a hacer y no tienes nada de que quejarte. ¿Cuál es tu nombre?
- Sara.
- De acuerdo Sara - hasta lo dijo con respeto y sentimiento que me llamó la atención por completo,- ¿ves esos trajes en el asiento trasero?
- En efecto, los veo y ¿qué con eso?
- Necesito, Sara, que te vistas
- ¡carajo! Pero es que ¿no te has dado cuenta? Traes a una prostituta nueva; con lo mejor que puede vestir para hacerlo y tú…
Frenó el coche en seco. Me miró y recorrió con su mirada cada porción de mi cuerpo, senti como casi me desnudaba sin tocarme, y creí que lo haría, cuando soltó el volante lentamente, y tomó un vestido del asiento de atrás y me lo dio, luego sacó un pañuelo y limpiándome el rostro dijo en tono más bajo:
- Ni soy idiota ni me gustan las máscaras, límpiate la cara y te pones el vestido. Esto es difícil, no lo compliques más.
- ¿difícil?, ¿Para quién es difícil?, tu eres un hombre y tienes un auto… ¿y yo?, ni siquiera acepto decir lo que soy…
- Apenas soy un hombre, mujer, esta mañana cumplí los 18 y ya viste que mi padre me obligó a hacer algo que no quiero, también sabes que tuve que elegir para que me dejaran en paz. No sabes la discusión que hemos tenido todo el día. ¡ah! Y no te creo lo de tu disfraz…
Era un momento de tensión, debí sospechar su situación, acaso, después de su confesión, ¿yo debía confesar también?, terminé de limpiarme la cara, y le dije que el vestido era muy grande para mi - tienes razón- me dijo y tomó otro en un tono azul claro, - toma, este es de mi hermana, mi madre ya esta pesadita, además le va con tu piel. - parecía que no iba a seguir en marcha hasta que me cambiara, pero yo seguía atónita mirando la bella pieza, sin saber que hacer, hizo seña de que me cambiara atrás, tan serio, que lo tomé como una orden; la señora Marie dijo que debemos obedecer a los clientes, aunque este no lo fuera, me pasé a la parte posterior y acomodé la demás ropa en un lado.
- pero no veas eh! - le dije mirándolo por el retrovisor, mientras retiraba la bolsa de limpiaduría del bello vestido cocktail que pretendía vestir
- ¿sabes?, no merezco esto, y yo también hoy cumplí los 18, ya no cabíamos en la casa, mi papá me regaló prácticamente a la Marie y ella me dio esta ropa, me produjo tanto asco verla, que mejor me dejé la mía abajo, aunque la tuve que recortar, pero así debe de ser, por favor, no vayas a ver…
- ¿tienes miedo?
A pesar de todo, de que de pronto era una mala persona, que venía con escasa ropa de puta, de traer los gritos retumbantes de mi padre dándome vueltas en la cabeza y de las lecciones exhaustivas de la Doña, ahí donde estaba en aquel momento, en un buen auto con un desconocido, a pesar de todo, a mitad de la noche, no tenía miedo, sólo sentía vergüenza, de mi parte y por su padre, como pudo obligar a su hijo a hacer algo así. Sus palabras eran tan claras con su voz firme, sus ojos tan claros como el vestido y mi piel.
- no, no tengo miedo. - le dije en tono retador, que después me arrepentí y me empecé a desvestir presurosamente y al revisar si me observaba por el espejo, lo confirmé y le di la espalda, repitiéndole que no me viera.
Dejó ver una mueca como sonrisa y entre dientes dijo que si qué más me podía ver… al terminar de vestirme, metí mis otras ropas en la bolsa que deseché y la hice bola, después la tiraría.
- listo - y me reacomodé en el asiento del copiloto. - si me quedó.
Puso en marcha el auto.
- te va bien, le combina a tu piel. Cuando me acerque a esos botes de basura, tiras la otra ropa, me da asco…
Miré la expresión que elaboró al decir asco y le dije que a mi también. Poco a poco le iba perdiendo el miedo.
- no soy azul.
- Claro que no, no quise decir eso, disculpa si te ofendí, es que…
- Ya, ya entiendo, no hay problema; la Perla dice que el Ojo de ave es el más barato, ya mero llegamos…
- ¿la Perla? …
- La que tu papá eligió, dicen que es la que tiene más tiempo en el negocio, y que ya hasta ha recorrido todos los moteles de la ciudad…
- No dije que iríamos a un motel, y mucho menos al más barato, creo que ambos hemos tenido un día pesado… pero… es nuestro cumpleaños, ¿te gustaría tomar algo?
- No, si no tienes inconveniente preferiría dormir, no he probado alcohol y no quisiera, pero no olvides que estoy a tu disposición, así que…
No podía darme el lujo de olvidar mi trabajo en esa ocasión, aunque también ya sonaba como un tono sarcástico ya que ambos sabíamos que no queríamos nada el uno con el otro.
- no, no te preocupes, Sara, tienes razón, mejor descansamos.
Me gustaba como sonaba mi nombre en su boca, me gustaba su boca, su mirada, su persona, me gustaba él, me concentré en observarlo, sólo volteé cuando detuvo el coche y un sujeto con uniforme le pidió las llaves. Habíamos llegado. Dos habitaciones grandes. Estábamos en el Emporio, me parece, por lo que dijo la Perla, ha de ser este.
- Toma una ducha, pasaré en 25 minutos para que bajemos a cenar, aquí esta tu llave.
- Gracias.
Había vuelto a ponerse serio, como que se le olvidaba o tenía miedo. Yo entré y vi la ducha, tan grande, cubierta de mármol, casi del tamaño de mi ex cuarto; me recosté en la cama, todo olía a limpio, me quité el vestido, y pude ver en el espejo como tenía aun moradas unas partes de la espalda. Llené la tina con agua caliente y me sumergí con la espuma hasta el cuello.
Mario llegó a su habitación, se quedó contemplando la ventana, la noche estaba muy oscura y las estrellas, haciéndole reverencia a la luna. Meditó lo que debía hacer, tenía una recién prostituta en el cuarto de a lado, muy bella, a su disposición, muy bella su piel clara. Sara, bello nombre, pensó. Sentía hambre. Miró el Swatch y vio las 11:30, era hora de bajar a cenar algo.
Cuando llamó a la puerta, ni lo advertí, yo aun estaba en la ducha, pero dijo mi nombre y supe que estaba dentro del cuarto, me disculpé y le pedí que esperara afuera, me dijo que estaba bien y oí como cerró la puerta.
Tomé una toalla y me sequé, después tomé otra y fui a la cama por el vestido, pero ahí estaba él, sentado, esperando. Sonreí, entre simpatía y miedo. Le pedí la ropa.
- Eres linda. Eres sin duda una bella mujer.
De sus labios se oía mas verídico, mujer, senti sonrojarme de nuevo, como cuando me asió de la muñeca en casa de Marie. Y ya no tuve vergüenza, me vestí a la vista de él, sin darle la espalda, para que no viera las marcas. Me recogí el cabello y como no sabía que decir, le pregunté si tenía hambre. Asintió y pregunto que si yo también. Asentí.
- Gracias, por hacer esto, de veras.
- No te preocupes, anda, démonos prisa.
Cenamos.
Sentía las miradas de los escasos comensales sobre mí. ¿Acaso el tono semitransparente en partes del vestido dejaba ver mi espalda?, sin duda no era eso, ya me había cerciorado de ello. La mirada más pesada, venía del comensal de a lado, Mario; no dejaba de observarme.
- ¿y piensas seguir así?
Ambos sabíamos a que se refería.
- no quisiera, pero no tengo otra salida, además la Señora es muy severa y…
- No quiero decir eso, ¿ya viste toda la comida que hay aquí? Puedes tomar lo que quieras, o podrías platicar…
- Gracias, ya tuve suficiente.
- Yo también. Mañana debo ir temprano a casa, cuando despiertes ya no sabrás de mi, no te preocupes. Y puedes quedarte con el vestido.
Esto sonó menos amistoso que lo de la comida. Se levantó, pensé que iría por comida, pero no, dijo que habíamos terminado y se acercó a retirar mi silla, así como en un principio cumplió su parte con asistirme al tomar asiento. Sentí sus manos en mis hombros.
- ¿ya viste la luna? - preguntó como ultimo recurso.
- No.
Tomó mi mano y salimos al jardín, las últimas personas estaban por salir, así que estábamos solos. Él y yo.
- Eres lindo. Todo un caballero, se nota que te criaron muy bien.
- No hables de mi, cuéntame de ti, ¿en serio acabas de llegar a ese lugar?
- Así es. Lo que son las cosas: todo el tiempo recibí insultos, golpes, hoy llegué temprano a la Casa esa, ya no hubo golpes, pero es sin duda un mundo cruel, violento. No tenía de otra. Mi papá siempre decía que estaba esperando a que un vago me embarazara para que me fuera de la casa, que era lo único para lo que servía, por eso se le ocurrió esto…
- Ya. No tienes que contarme todo.
- Pero si sigue la mejor parte: las muchachas me miraban con celos, ya eran suficientes en una casa como para que llegara otra y cuando entró tu papá, pensé que seguro escogería a la famosa Perla, y ya ves como no me equivoqué, yo pensé que tu ibas a llevarte a la Martina, con eso de que casi se desbarataba en la fila… y veme aquí, contigo, en un jardín con una piscina y la luna, en nuestro cumpleaños, con tus manos en las mías…
Y suspiré.
- Feliz cumpleaños. - dijo con una tierna sonrisa.
- Feliz cumpleaños - respondí nerviosa.
Las estrellas juntaron nuestros rostros y bebimos labios. Sus manos aferradas a las mías, sus ojos cerrados, estaba temblando, nos abrazamos con fuerza y dijimos al mismo tiempo te necesito.
Entró al área un empleado informando que iban a cerrar la piscina que mañana abrían a las nueve.
Nos retiramos a nuestras respectivas habitaciones. Ya no tenía sueño. Me dio otro beso, extenso, de buenas noches y se fue. Intenté analizar mi situación, mientras me desvestía para meterme bajo las sabanas de seda y tratar de conciliar el sueño. Apagué la luz.
Mario cayó de bruces a su cama, inquieto, perturbado por unos ojos azules, preguntándose qué hacer. Se quitó el saco.
Salió de su habitación y se dirigió a la mía.
Llamó a la puerta; me levanté instintivamente y pregunté quien era.
- Sara, soy yo, si tú quieres yo…
Abrí la puerta, entró y la cerró tras de si, volvió a recorrerme con la vista, de principio a fin, semidesnuda, luego no fue suficiente su mirada. Y dejamos que las sábanas durmieran en el suelo.

Ya no regreses, quédate conmigo, he descubierto al más hermoso ser que jamás haya podido imaginar.

Se leía en la nota que había en el buró al despertar. Él ya no estaba. Me levanté y fui a su recámara, no podía haberse ido sin despedirse. Llamé a su puerta, él venía detrás, sonriente.
- buen día
- buenos días, pensé que…
Eso, pensé que se había ido, que finalmente sólo quería una cosa de mi, pero ahí estaba, contemplándome. No pude evitarlo y me lancé a sus brazos, me aferré a ellos. Era real.
Venía un empleado con unas prendas en las manos, preguntó que si donde las dejaba y le dijo que en mi cuarto.
- Te traigo esta ropa, elige la que prefieras, en unos momentos subirán tu desayuno. Y la alberca ya esta disponible.


nelia acosta.

miércoles, junio 06, 2007

 

LA SATURACIÓN DE LA IMAGEN

escuchando: aire acondicionado/dedos
estado animico: parcial
pensando: cuanta imagen, caray!







Abordando el tema de las nuevas tendencias arquitectónicas y de la manera en la cual se sobrellevan, de las consecuencias que traen consigo millones de ideas plasmadas en la urbanización de una sociedad sin organización ni idea de las nuevas problemáticas que se tienen en la vida, este libro es un intento de abrirnos los ojos hacia lo superficial.



Encontramos este título algo sugerente, no hay modo de no entenderlo pues la palabra saturación, trae consigo no otra cosa sino excesos, y estos mismos no traen sino una exageración y esta a su vez la yuxtaposición de eventos.



Nos hemos dejado llevar por las apariencias sin conocer a fondo las razones por las cuales existen, las necesidades por las que aparecen y los problemas que intentan resolver las construcciones arquitectónicas.



Este libro critica la obsesión que se tiene por las formas, la imagen y la producción constante y obstinada que lleva a la sociedad a aceptar cada vez con menos reproche los proyectos arquitectónicos que se limitan a mera vanalidad e imprudencia ante el propósito verdadero de la arquitectura y la aceptación de una sociedad consumidora que se deja llevar por la seducción sensorial a las formas.



El tema a tratar es tomado de La An-Estética de la arquitectura de Neil Leach. Este libro contiene una serie de ensayos, cada uno trata de ver diferentes aspectos de distorsión en la arquitectura moderna, y es un esfuerzo del autor por conjugar las ideas de varios pensadores, para poder hacer una síntesis de actualidad. Desde su propósito inicial esta la apertura del dialogo para lograr crear conciencia o en su caso la controversia.



Apoyándose de esto tenemos como régimen las ideas filosóficas contemporáneas de Europa, que por mucho tiempo rigieron los términos de belleza y funcionalidad, logrando obtener construcciones nobles, respondiendo al verdadero problema social y teniendo la justificación correcta.



Como tal, La An-Estética no es un libro fácil, no lo es en varios sentidos; en principio es por lo complejo de las ideas expresadas, y en segundo por la forma de utilización del lenguaje, y aquí requerimos un paréntesis; si bien Neil habla sobre saturación de la imagen, este capitulo de su libro no es sino una saturación de palabras, una sobreposición de significados y conceptos que bien podrían confundir a más de uno. Pero esto no debe de desalentarnos, pues detrás de esta maraña de palabras encontramos una disertación interesante del modo en que se trata a la comunicación, del modo en que el abuso ha logrado estragos como en todas las cosas.



Entrando en materia, encontramos que Neil, apoyándose en el pensador Jean Paul Baudrillard nos hace ver las cosas desde otro punto de vista, y aquí es donde viene a entrar el dialogo, la critica o la controversia. Afirmando que con el abuso de la comunicación se ha logrado una contaminación de la información donde las imágenes creadas son tantas que el mensaje en sí se pierde en el camino, el proceso de comunicación se va degenerando hasta convertirse en una sombra de lo que realmente quería transmitir, a esto se llega después de ver como la información no esta en la cantidad de comunicación, sino en la forma eficiente del uso de ésta. Hasta aquí el concepto requiere pensarlo con detenimiento, de entre tanta definición del mismo que encontramos en aún más medios, es casi imposible tener una referencia completa, esto no pasaba, por ejemplo, en la antigüedad, o en la literatura de principio de siglo, pues los libros tienen la habilidad de irse descartando uno a otro, pero en el mundo de la comunicación moderna, donde la saturación de imágenes no solo es de libros sino, de televisores, de faxes y mas reciente de Internet, las imágenes se interponen tan frecuentemente, que es extremadamente difícil lograr una consolidación de una idea en un solo concepto. Como ejemplo, Neil toma un escrito de Baudrillard en el cual una compañía multinacional explica todas sus actividades a nivel internacional, el resultado es un reporte de doce volúmenes, de mil paginas cada uno, una simple pregunta ¿dónde esta la información?



Los medios de comunicación han dominado nuestras vidas, con el pretexto de ser cada vez más accesibles, están tomando parte de cada una de ellas, de nuestros pensamientos y esencias; nos venden la información a un precio muy caro: la falta de significado, tal y como lo dijo el teórico Baudrillard.



Nos saturan tanto de noticias, anuncios, reportes, cortes informativos; que hemos perdido la capacidad de distinguir. Todo elemento informativo ha conectado al individuo a un mundo extensísimo de la información, pero han sabido manejarla de tal manera que cambia el sentido de la comunicación a una nueva realidad, un mundo de falsedad que cada día tiene menos contacto con lo real.



La imagen es ahora la que sobrelleva el titulo de realidad, ya que es por medio de ésta imagen que la realidad se transforma en un simple anuncio publicitario, vendido a una sociedad conforme al consumismo, que desea aceptar la situación sin abogar por lo verdadero y auténtico.
Neil cita de Baudrillard un claro ejemplo de esto: Disneyland; la imagen que presenta es de ser un mundo irreal, que no tiene nada que ver con la vida exterior, pero sí como explicamos antes, el mundo real es dominado por la imagen, esto lo hace un poco irreal, llevándolo a ser parte de este mundo fantástico como lo es Disneyland, donde se vive más lo que és la nueva realidad de esta sociedad: La fantasía, lo irreal y el mundo consumista a máxima potencia, que vienen cada vez con más fuerza a regir nuestro mundo.



Al mirar todo dentro de estos ámbitos encontramos que las cosas se han estetizado, se convierten en objeto de estudio, el arte se devalúa, pues a todas las cosas se les trata de dar un valor “estético” donde lo común se eleva por encima de su concepto original, y el arte se devalúa a ser simplemente un objeto de estudio. Junto con la estetización viene la politización de la misma, donde a los artistas les da por politizar lo que hacen y un lío muy profundo al respecto. Pero todo esto me hace pensar en algo, ¿existe en México la saturación de la imagen, o ésta sobre-polución de información? ¿tenemos la conducta de estetizar todo o politizar el lenguaje de los artistas? ¿cómo desligarnos de todo este engaño para conservar nuestra posición de individuo pensante? Se dice fácil: manteniendo la capacidad de criticar, reconocer y sobrellevar la verdadera información, mas es un paso difícil cuando la sociedad no puede parar, se deja llevar por todo lo efímero, y cuan fácil nos convierte en una especie de personas hipnotizadas por un mundo lleno de imágenes.



Ahora bien, podemos decir que todo este concepto de imagen queda situado en lo superficial, de tal manera que lo que rige es el “como se mira” dejando a un lado la verdadera objetividad, trasladando toda esta situación a un mundo completamente estilizado, como se refiere el propio Neil Leach, y ésta manera de ver las cosas, ha cambiado todo sentido de la belleza, que por el simple hecho se ser así, hace mas fácil la confusión y aceptación de todas las cosas, pues se pierde la noción de lo bello. Todo se vuelve vacío y sin sentido, generando una obsesión por lo bello; mas ¿cómo poder estandarizar este termino?, ahora todo entra en este contexto, lo feo, lo bello son un solo termino y es esta exageración la que nos hace creer que vamos hacia un mundo sin sentido estético.



Ya que hablamos de una sociedad obsesionada con la estética de la imagen, es un tanto lógico que el arquitecto, que debido a su trabajo debe manejar con ésta área, muchas veces se pierda; participando así en un concepto de mera estética, sin razón de ser en la propia edificación. Gracias al extensivo trabajo abarcado por el arquitecto es fácil querer obtener un proyecto estéticamente bello y es ahí donde se vuelve peligroso. ¿Cómo podemos distinguir entre lo bello y lo que no lo es, cuando justo éste termino estético se ha descontextualizado? no se pretende decir que un edificio meramente funcional sea bello o que uno que utilice la ornamentación lo sea, pues cualquiera que sea el caso la negación o aceptación de un estilo se convierte en una forma de estilizar.



Mas aún así estos dos conceptos deben de relacionarse pues seria inútil un edificio estético si no cumple con las necesidades del usuario y por otra parte también ¿cómo podría ser arquitectura una edificación que no busca la belleza, lo armónico y lo grandioso?, se puede decir que todo tiene una respuesta, a lo largo del tiempo han aparecido corrientes como consecuencia del abuso de otra, y es gracias a esto que se ha ido mezclando y cambiado el sentido de la estética para otorgárselo a la mejor manera de sorprender al espectador, sin necesidad de que éste sea bello.
Todo movimiento y cambio social repercute en la historia, por lo tanto en la arquitectura, es muy difícil distinguir entre lo real y autentico, entre lo falso y volátil; entre lo estético y bello. Estamos invadidos de una época de confusión proclamando cada vez más lo innovador, aunque carezca de sentido moral. Necesitamos observar y reencontrarnos con nuestra identidad, tanto usuarios como arquitectos para poder expresar de manera correcta los cambios que tenemos como sociedad de una manera armónica y sincronizada, como personas capaces de interpretar las situaciones dadas y no como personas que se dejan llevar por la saturación de imágenes.



En México hay un flujo de información cada vez mas importante, el desarrollo del país ha propiciado que la tecnología vaya desarrollándose, aunque no de igual forma que en los países de primer mundo; de este modo, la información esta al alcance de la mayoría de la población, pero ¿ha llegado a saturarse de imágenes la información en México? Para no ir tan lejos en nuestra ciudad tenemos infinidad de anuncios que nos atacan cada día, mientras manejamos, mientras leemos un diario, o incluso cuando vemos un edificio cubierto de una gran manta que nos dice que Tijuana es mas segura y tiene menos baches. Si bien México no es un país de primer mundo, en saturación de imagen, estamos a la par, o vamos aún un poco más a la vanguardia. Quizá si nos cuestionamos cuál es el efecto perceptual de todo esto en nuestra realidad, no salgamos bien librados.





lunes, junio 04, 2007

 
escuchando: dedos en los teclados, miles de ellos
estado animico: n.n
pensando: he aprendido bastante

HAY AMORES QUE VIENEN RODANDO, Y ES NECESARIO UN FRENO, HAY AMORES QUE NO LO SON DEL TODO, PERO PUEDEN SER MAS SINCEROS Y REALES, AUN QUE ESOS LLENOS DE SUEñOS, PENSANDO EN ESO ESCRIBI LO SIGUINETE.

En el amor de ella

Estoy en el amor de ella
que sabe de ti
que no le importa ser ella
ella que odia a la gente
que te odia a ti.

Estoy en el amor de ella
de cada sábado, de fotos de hotel
ella que no tiene familia
ni se la inventa
que me atasca de mensajes el teléfono.

Estoy ahí
no en tus brazos fríos
en tu carne caliente
ni en tu caligrafía.

Estoy más bien en sus cantos
en su lengua extranjera
ahí, justo ahí en su nombre falso

que me ata los brazos con los suyos
que pide mi amor para ser más ella
sin cortar mis alas
sin que yo se las corte
cantándome otra vez al oído.

Príncipe sereno, de serenísimo encanto
Sin tu mitad canalla nunca seré rey.


Sereno.

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