viernes, mayo 04, 2007

 

CON ONCE HERIDAS MORTALES

escuchando: naa
estado animico: destrozado
pensando: que hermoso cuerpo

Porque se que no te gusta que reviente palabras al aire, ni que haga papalotes de versos no te gusta que exprese cuando algo me duele divagando en ideas, por eso tengo que sentarme a escribir, sentarme a escuchar poesía, a estar seguro de algo, solamente, venir después de menospreciar mi valía, de hundirme en la humillación para pedir amor, aunque me mientas es un juego muy frágil, eso de pensarte eterna, y saberme mortal. Hoy se que estoy en el filo que no soportare mas descubrir letras, que quizá prefiera ser un estupido, un juego, siempre y cuando sepa las reglas, y me pregunto, acaso podrás tu pedir los mismo? Acaso tendrás tú tus reglas? En mi no hay la burla, por eso cierro los ojos lo mas que puedo, quizá un día, alguien o algo sea mas fuerte que yo mismo, y eso, mujer puede pasar de tu frontera o la mía, pero yo espero que des el ultimo golpe, porque solo queda uno y después de eso se caerá la pared, o se levantara no lo se, podríamos vernos realmente o dejar de ver, y ya no se donde esta la balanza, si me empeño en hacer a un lado la razón, en pisotearla, si me dedico a mirar de lejos, a pensar si tiro los dados, si los tiras tu, si ya no se que pensar, saber que tu y el van perdiendo los miedos, y yo la dignidad, y la entereza, acaso es un mal de poeta? O esto lo pinte para mi? Lo cierto es que hoy, no sale ni la luna ni mi voz. Hoy no hay lluvia, y alguien por ahí tiene una bruja, con besos que saben a café, y tiene más tiempo, y más voluntad de ti que aun yo mismo. Pero seguiré poniéndome mis tenis pintados y despintados, y seguiré leyendo lo que pueda, porque es verdad que viniste a curarme de males y a dejar otros peores, y me sumerjo en ellos como en agua bendita, para que al menos en el dolor te sienta mía, al menos en mi estupidez, pueda sentir que soy otra vez el dueño del aire que respiro. Seguiré buscando limites a los narcisos, buscando mis ojos en las calles, mi andar en los vientos, mi alma en las letras, y también en otras letras, para saberme libre del castigo, o librarme yo, aunque sangre. Aunque los días se me hagan de chocolate y las piernas se pongan en automático.

CON ONCE HERIDAS MORTALES...

Con once heridas mortales,
hecha pedazos la espada,
el caballero sin aliento
y perdida la batalla,
manchado de sangre y polvo,
en noche oscura y nublada,
en Ontígola vencido
y deshecha mi esperanza,
casi en brazos de la muerte
el laso potro aguijaba
sobre cadáveres yertos
y armaduras destrozadas.

Y por una oculta senda
que el Cielo me depara,
entre sustos y congojas
llegar logré a Villacañas.

La hermosísima Filena,
de mi desastre apiadada,
me ofreció su hogar, su lecho
y consuelo a mis desgracias.

Registróme las heridas,
y con manos delicadas
me limpió el polvo y la sangre
que en negro raudal manaban.

Curábame las heridas,
y mayores me las daba;
curábame el cuerpo,
me las causaba en el alma.

Yo, no pudiendo sufrir
el fuego en que me abrazaba,
díjele; "Hermosa Filena,
basta de curarme, basta.

Más crueles son tus ojos
que las polonesas lanzas:
ellas hirieron mi cuerpo
y ellos el alma me abrasan.

Tuve contra Marte aliento
en las sangrientas batallas,
y contra el rapaz Cupido
el aliento ahora me falta.

Deja esa cura, Filena;
déjala, que más me agrabas;
deja la cura del cuerpo,
atiende a curarme el alma".

ANGEL DE SAAVEDRA

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